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POESÍA

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Hernando Guerra

Por: Camila Cleves.

Tolima, 1954.
 

Poeta y ensayista colombiano. Ha construido a lo largo de los años una obra literaria marcada por la exploración de la conexión con la infancia, las memorias y la naturaleza. Su poesía recoge la tradición oral con la que creció y plasma estas raíces con un estilo nostálgico.

 

Además de su labor de poeta, Hernando Guerra se desempeñó como abogado de la Universidad Libre y director en el sector financiero. Sin embargo, su mayor legado está en la palabra: ha sido un activo promotor de la literatura en su región y ha participado en eventos y encuentros literarios que buscan contribuir a la difusión de la poesía colombiana. 

 

Entre sus publicaciones se encuentran:  Ciega luz (2004); Sombra embestida (2007); En la curva del río, Antología (2009); Tríptico de la luz (2010); El tiempo que nos resta; Pájaro azul: poemas y El candil (2024).


Su trabajo fue reconocido en distintos certámenes literarios y publicado en diversas revistas; además, sus versos han sido incluidos en múltiples antologías nacionales e internacionales, como Poetas Siglo XXI de Prometeo Madrid; Poesí­a Siglo Veintiuno de Fernando Sabido (España); Poesí­a colombiana de la editorial el Perro y la rana (Venezuela) y Antologí­a de Poesí­a colombiana 1931-2011, de Fabio Jurado Valencia.

Las y los invitamos a leer y descubrir la poesía de un escritor que sigue iluminando con su palabra.

El patio de mi casa

 

Mi casa sobre la orilla del abismo

al lado de las nubes

territorio del viento

es una confortable mansión

de precipicios

 

Su patio: el largo vuelo del pájaro

 

Anticuario

 

A Jorge Eliécer Pardo, 

Fanny Vélez, Nicolás Carvajal 

y Federico Cóndor

 

El tiempo resbala, escapa

por entre los curtidos dedos 

del anticuario

 

El precisa la edad de los objetos

tasa el polvo que cubre su existencia

 

Risa y llanto de lejanos dueños habitan este mueble

tenue luz de hogar se agita en esa lámpara

imagen de la niña que fue

en el espejo

 

El piano recorre, discurre

por notas de Chopin o de Beethoven

y la tienda se puebla de ausentes

 

Hay un lugar dispuesto para todos

en el comedor de cedro

donde cenaron los héroes

antes y después de las batallas

 

Hálito de vida en cada cosa

respiración, vaho, latido

desfile de siluetas invisibles

siglos que observan en la sombra

 

Un concierto de voces y murmullos

asalta cada noche la tienda del anticuario

El precisa la edad de los objetos

mide la herrumbre que calla su silencio

 

Allí los estribos con aire de galope

los floreros de Cupido o de Llorente

la máquina en que el poeta escribiera

nocturnos memorables

los jarrones de plata, los pebeteros

los candelabros

 

La silla de Van Gogh

que contiene el mundo

 

El tiempo resbala, escapa

 

Candil que alumbra los rincones de la infancia

¿dónde el baúl en que Abuela

atesoró sus más íntimos

recuerdos?

 

Acecho

 

Desde algún rincón de la sombra

con sus ojos de gato

el silencio acecha mi presencia

 

Presa fácil

en esta comunión del grito

 

Ebrio

 

A Dylan Thomas

en memoria

 

Cazador de bosques incendiados

donde la llama quema la sombra

 

Bebedor de fuegos y silencios

de afilados silencios como cuchillos

consumió el licor de la tarde

horizonte al rojo

y abrió la puerta

 

Ciegas palomas huyeron de la tierra

 

Alguien

en la calzada de la noche

halló un cuerpo desnudo

vacío

 

La hora

 

A Carlos Orlando Pardo

 

Envejece la piel de la memoria

 

Los días cruzan raudos

los predios del tiempo

 

En la primera edad

una brisa de hojas regala fragancias

y un rubor tembloroso

crece desde el verde

 

Envejece la piel

Los días cruzan raudos

 

¿Cuándo, Señor, el viento borrará mis pasos?


 

Habla incesante

 

El agua finge un parloteo

-Goethe

 

Rumor

fluir entre las piedras

habla incesante del agua que se apura

aligera el paso

dirige la mirada al valle

mientras el cielo se cubre de oro

su racimo de sueños

el árbol de la noche

 

Memoria

A mi madre

 

Bajo tanta lluvia de Dios te recuerdo camino de la aldea,

llevando de la mano un niño asombrado, tu rostro sereno,

tu sonrisa; mientes el río se inflama, ruge; crece arrastrando

a su paso la tarde que se desploma entera, el viento, 

la montaña, la aldea toda. 

 

Memoria erguida en una garza.

 

El canto del pájaro

 

El camino se estira como serpiente

sobre el hueso limpio de la noche

 

La luna y el árbol recorren el sueño

entre el silencio largo

 

saludo de piel cuando tu fuego

ilumina el canto del pájaro

Todos los textos aquí presentados fueron enviados por los escritores invitados, quienes dan fe de su autoría ante los derechos de autor correspondientes. La Revista Fuerza de la Palabra y su equipo no se hacen responsables de reclamaciones a las que se llegase. Las temáticas abordadas y los pensamientos expresados son responsabilidad de cada autor.

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