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Revista Fuerza de la Palabra
Poesía 

Adriana Bruja.jpg
La corona de flores 1

Adriana Carrillo, Bogotá, 1985

Adriana Carrillo Moreno Bruja Poeta y mujer, psicóloga de la Pontificia Universidad Javeriana, escritora y tarotista, gestora de proyectos y de colectivos literarios, entre ellos: Sumaioque (2016) y Conjuro Poético colectivo de mujeres (2020). Defensora de las letras femeninas y del espacio que les corresponde.

Autora de los libros Desmadejándome (2016), Preguntas (2018) Con las yemas de la piel (2018) Ruta (2019). Co-autora de los libros: De Susurros a Gritos, Cuentos del Altillo (2016) y del fanzine Quye (2020). Hace parte de la antología Luz al vórtice de las palabras - Cartografía poética de mujeres colombianas y de la Audioteca de la Biblioteca de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (2022). También es co- creadora de Impulso, espacio de exploración mágica donde realiza eventos como “Poemagia” sesión donde la poesía es el oráculo.

Es socia y lideresa en la empresa DADO diseño para todos y DADO editorial Braille, con la cual ha escrito y diseñado varios libros con enfoque sensorial.

BREVE MUESTRA POÉTICA

Leona

La abuela tenía joroba 

cargaba en la espalda a la madre, a la abuela y a la bisabuela.

Eran tres sobre la montaña de sus huesos

demasiado peso para una mujer de uñas cortas.

La abuela tenía piernas de ríos quietos 

la sangre se le estancaba en el suelo.

La abuela se inflamaba 

tenía una herida de hígado que cicatrizaba

un exceso de azúcar 

un exceso de rabia.

La abuela sonreía 

y comía helado.

La abuela lloraba 

embarazó la pena 

después de diez hijos.

La abuela cerró la boca, 

repartió comida, vasos limpios.

La abuela dejó que la bestia estuviera suelta

que le llenara de golpes el aire

que la encañonara alguna vez con la escopeta.

La abuela enfermó joven

maduró frágil 

un elefante se apoderó de su pierna 

y la alejo de la jaula.

La abuela dejó de respirar

cuando nadie estaba.

Sola 

en una camilla

volvió a sentirse valiente


 

Aquí, hoy 

Hoy tengo el nudo de la mujer

que soy en la palabra 

en la boca gritona

en el chillido mutilado

en el ondear nuevo 

en los fantasmas generacionales 

en este rol con muchos huecos 

hoy tengo el útero despierto 

con ansias de sanarse 

de engendrar nuevas luchas… 


 

No hay retorno

No

no lo hay

cuando ya se ha derramado la herida

y queda dilatada con la carne aún fresca

hinchada con una risa ensangrentada

ni el hilo, ni el tiempo la reponen

queda ya la cicatriz blanda, con la roncha espesa

que cuando hace frío pica

No

ya no hay retorno

no lo hay

la piel ya no vuelve a ser la misma

hay una marca que la expone al dolor del sol

hay una huella que la etiqueta

hay una instantánea muerte de lo que antes era

No

no hay retorno

la amenaza de gangrena rechaza la fractura

la lágrima no consuela

y el mareo no arrulla

todo se hace tempestad

una punzada que recuerda lo que estaba junto y ahora no

que antes balbuceaba al pensar en el retorno

y ahora,

queda en silencio.


 

Si el mar me hubiera esperado 

Si el mar me hubiera esperado

yo habría abierto las manos y roto mi vestido

para rendirme desnuda.

Si el mar me hubiera esperado 

yo habría llenado mis bolsillos de piedras

para hacer certero lo profundo 

para invadirlo sin obstáculos con mi cuerpo diminuto.

Si el mar me hubiera esperado 

yo me habría preparado con flores 

y conchas adoloridas 

habría soltado todos los amores 

con besos acorazados  

y un par de lágrimas 

para bañarlos en luna llena.

Si el mar me hubiera esperado 

yo habría parido primero 

mutado de piel 

perdido las uñas 

enterrado los dientes.

Si el mar me hubiera esperado 

yo habría abierto mi vientre

y no estaría en la punta de esta orilla

respirando como un pez encallado.

 

 

Dormida me olvido de mí

Me escondo detrás de mis ojos

en un refugio de pesares ciegos 

me hago la que no

la que no grita

la que no zapatea 

la que no tiene defensa.

De niña me soplaron la fuerza

para ponerme como pajarito en la ventana

así cerca, detenida, podían amarme 

cuidarme de la vida. 

Insolente dormilona

que se olvida de sí 

hay una mujer que no encuentro 

y está llena de espinas

danza en mí una vela 

mi cuerpo entreabierto

asoma su agua 

contempla el fuego. 

Esa la que se quita el insomnio 

La que ladra cuando hay alambre de púas

la que se toca los dientes 

la que ya no es mitad de nada 

sino una en sí misma.

La que sacude la tierra con sus garras

la que se mira tuerta ante el espejo 

y ve con la ausencia del ojo

la que se lanza al mar de sus lágrimas

y lleva su lancha  

la que mastica yerba amarga

la que se nombra cada día 

la que se pierde por decisión.

Esa, a la que miras con extrañeza

la que no te da certezas 

la que exige incoherencias

la que muestra el coño entre sus medias.

Esa, la que ya no pesa

la loquita esa

la que ya no puedes amar por ser ella

la que perdió el encanto de unicornio 

por sus manchas de leoparda 

la que es ahora, sin la asfixia del mañana

la gris-violeta.

Esa, la que se mira en el agua 

pierde la piel en la tierra

y se sumerge en moluscos de estrellas.

Esa, 

la loquita esa.

 

Apocalíptico

Carne de tu carne

como del cosmos mi espíritu de hueso

carne de hoja en caracol, aguacero de sal

carne de árbol reposa vasos

sed de piedra, testigo de río

carne de bala entre corazón ingenuo.

Carne de mi carne

de placenta sin feto

de memoria sin odios

de tierra sin escondites de muerto

de veneno sin cuerpo

de mentiras sin fe.

Carne nuestra que estás en la tierra

sacrificio de colmillo en jaguar

que desgarra hasta quitarnos el nombre

y nos disuelve en el sol. 

Se incendia la noche

con el corazón torcido 

la bomba y la piel estallan al tiempo

el centro de la tierra habla

mientras seguimos buscando oídos.

Enterramos la cabeza 

para escapar de nuestros secretos

pero la carne está expuesta

llena de uñas que se aferran a lo ya conocido.

El sol está del otro lado 

pero el miedo piensa que vamos a morir quemados

olvidamos que aquí las cenizas abundan

acostumbramos al dolor en los brazos 

para perder nuestras manos.

Hay un ojo que despierta 

y otro que duerme sin párpado que lo proteja

el cuerpo se quiere caer

tal vez al morir algo nuevo germine.

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