top of page

REVISTA FUERZA DE LA PALABRA
POESÍA

Angye Gaona, Bucaramanga, 1980.

Es Licenciada en Español y Literatura de la Universidad Industrial de Santander. En 2001, dirigió la I Exposición de Poesía Experimental en el marco del Festival Internacional de Poesía de Medellín. En 2009, publicó el poemario “Nacimiento volátil” con ilustraciones de Natalia Rendón, editado en 2012 por Thauma Edizioni en Italia en la traducción de Andrea Garbin y en Brasil en la traducción de Jefferson Vasques por la Fábrica Ocupada Flasko.  Ganó premio de escultura en Bucaramanga con el poema visual “Reja”, ubicado en el espacio público en la Universidad Industrial de Santander. En 2015, gracias a la Beca departamental de creación en poesía, cuidó y editó su libro “Comentario sobre el carácter radical”, del que el jurado conformado por Omar Ortiz Forero, Fernando Quiroz y Julio Londoño expresó: “Verso vigoroso, imágenes nítidas y reflexiones que no riñen con la “cripticidad” de la poesía y alcanzan significación universal a partir de elementos locales”.

Intervino como expositora en la Escuela de Poesía de Medellín, en el Festival de Cultura Libre de Bucaramanga y en otros espacios no convencionales con talleres y conferencias alusivas a la poesía experimental y a la poesía digital. En 2018, fue nombrada Miembro de honor del PEN Club de Québec e invitada al 34 Festival Internacional de Poesía de Trois-Rivières. En ese año, también participó en el Primer Festival de Mujeres Poetas en China, provincia de Cantón, ciudad de Sihui.

En 2021 publicó la plaquette “Antes de la abolición”, poemas y visuales con el tema de la eliminación de las prisiones, y en 2022, la editorial colombiana Escarabajo editó “Trabajo al día”, libro de poemas en torno al modo de producción capitalista. En la actualidad, estudia la relación entre poesía y tecnología en la Maestría en comunicación de la UNAM.

De Nacimiento volátil (Rizoma, 2009)

Camino

El camino entró por la ventana

como una rama que avienta la tormenta.

Llovía.

Agudos nombres caían gravemente

desde arriba entonados

llamados a rodar por las aceras.

Las casas se volvieron caminos

o fueron atravesadas por ellos.

La lucidez se apoderó de las casas.

Los habitantes buscaron las terrazas.

Ascendieron y alzaron sus frentes con fervor

hacia el rayo que reveló el camino

por un instante.

 

 

Pequeño ardid

Acuérdate de tu guardián

René Daumal

Guárdame de mí,

gran silencio leve que habitas

más allá de la sombra,

entre los tumultos del enebro

y las mentiras sabias.

Guárdame de mi viento en contra

pues la brisa ha dejado de ser

mensajera tuya de pureza.

Qué traerás, qué ofrecerás,

más acá de las sombras,

en un tiempo de desapariciones,

cuando vuelven las cabezas separadas

a preguntarse descreídas

si no dejaron

algún secreto bajo la lengua.

Te escucho, oh Guardián,

pero no alcanzo tu clara diadema de sortilegios acechantes,

pues no perteneces a este lado de la sombra,

donde acaso te tome por un borracho en mitad de la calle.

 

 

Acantilado

 

En el borde, recibo al viento

y esa suya

atroz

formidable

invitación a ser

volcán despierto

diluvio que abata cada jaula

Esa suya melodía que instiga al desborde

como un bramido del abismo

trepidar del viento mismo

que precipita cada partícula

en un orificio de liberación

Toma la forma de la erosión

y de la explosión

Apenas un roce y

prescribe como cincel

abrir paso.

 

 

Río de piedras

Yo vi una vez a un hombre correr sobre el lecho de un río

Corría perseguido por algún contrario

Impulsado por un motor infernal

Se las veía con el agua como si fuera tierra firme

y con la piedra como si fuera barro

El agua a su paso se suprimía entre las calizas

Hoy no pregunto por el hombre sino por el río

En dónde está ese río sobrevolado por ese hombre

Y el hombre, acaso

¿habrá recuperado la cabeza que hacía correr a sus pies?

A Daniel Pineda Solano

 

 

Bucarica

A Ana Ilse

Alégrate tú, la amada

Lucas 1, 28

Y a la vuelta se escapa en bicicleta

bajando algunas gradas

aunque no sea cosa de niñas decentes

Cruza el puente

hacia la peluquería del ángel

Lo amenaza con un sentimiento

Pero todos los ángeles están ocupados

en embellecer sus apartamentos

Los ángeles desean vírgenes petrificadas

que se pongan un dedo en los labios

Las vírgenes sofocan ángeles en jardines

donde crecen silvestres edificios

de vuelta bañan sus cabellos en la corriente

aunque no sea cosa de niñas bajar al río

 

Antes de la abolición

 

1

Una reja más,

la costumbre.

¿Y el canto?

Imposible,

más acá o más allá del muro.

La única tonada

es la preferida de la maestra.

Todas las mañanas el encierro la recita de memoria

bajo espinas en la sien.

Que tras la retahíla yace

acorazada la treta universal,

era de suponerse,

mas nunca notamos que se trataba de una guerra.

La abscisa y la ordenada universales,

su medición, su calambre distribuido sin compasión

minucioso sobre las sienes,

los lagrimales,

los nervios de generaciones.

La repetición

vertical y horizontal.

La vertical,

la horizontal

les enseñaremos, dicen.

 

2

A veces, es como si siempre hubiera estado aquí.

Y el esplendor tan distante de las hojas del único árbol

su sombra que se escapa entre la noche

con el deseo ajeno de la fruta.

 

3

La noche viene muy temprano;

no acaba de llegar

y ya ha de marcharse.

Espero por el calado

a la noche de tintas y tornados

que no vendrá,

que sólo dura lo que el agua

en los grifos escatimada.

4

Meses después, he visto la luna

como a un visitante:

corta y apenada.

 

5

Está bien, lo admito:

Soy una bandera.

Pero también soy el brazo desnudo,

ardiente y peligroso,

sin vergüenza.

Está bien, lo admito.

Encendí la bengala.

Que la noche se hizo muy negra

y sin luz no cruzarían los hijos

hasta el amanecer.

 

6

La ley,

la única ley

es la grieta,

la arruga

por la que se van

los regímenes.

 

Archivo de diosas olvidadas

 

Las perversas,

las propietarias del asco público,

las apartadas,

producimos la propia,

la turbia luz.

Ninguna luz de afuera

incide sobre nosotras, lo sabemos.

Destilamos humos

y ruidos y envidias como redes,

unas sobre otras,

en la espera,

de grasa gruesa

que llevamos tatuada.

Nos lavamos

compulsivas por una lluvia,

conjuro de las lágrimas ahogadas.

Nos sabemos un archivo de diosas olvidadas.

En conserva, nuestro secreto de cuando mujeres:

aquel misterio

ahora condensado en cubículos

juega con los espejos -clandestinos-,

sus cuchillos de variado material.

A veces el ánimo amanece cerrado,

a veces se sabe que habrá tormenta:

rodará la fortuna afilada

sobre vientres

y mejillas.

A nosotras solo llegan los azules,

los pájaros negros,

que nos encuentran la humanidad, la llaga.

¡No hay lugar a reclamos! ¿Acaso,

hubo algo que se nos diera,

hubo algo para nosotras?

Marcadas

con el signo del deseo proscrito,

desfilamos atadas

inocentes todas,

que la culpable anda suelta

y gobierna, la loca,

detestable la más,

a quien llegaremos un día

en venganza con escobas.

A veces el ánimo amanece rayado,

a veces se sabe que hubo tormenta

y al cabo retornan al suelo

nuestros traseros sagrados.

Bostezan las diosas, tejen,

decoran la tela monótona,

blanquean pacientes el veneno, penan,

bajo la vitrina repiten letanías.

Las apartadas

practicamos nuestras risas ácidas

unas frente a otras.

Posamos para el mal hado

en cámara lenta.

 

 

Últimas

2 de febrero de 2011

Yo, la peor de todas

Sor Juana Inés de la Cruz

 

Vírgenes necias somos casi todas aquí. Hemos llegado tarde. Hemos olvidado las lámparas o el aceite, las galas o las mangas, algo importante, en todo caso. Nos tuvimos que devolver, una y otra vez. Casi nunca logramos encontrar de nuevo el camino.

Lo que no perdemos nunca es el pesar de haber fallado desde niñas.

 

Alguien grita entonces, ¡últimas! y hay entre nosotras quién en vano se apresure.

 

Duermo en el suelo, entre sábanas. Oigo entre sueños:

¡Últimas!

Vírgenes necias somos todas aquí; todas, las últimas.

Pero, la última quiero ser yo, es mi deber. No disputo lugar, la última quiero ser. Y por si acaso, ya de última enciéndame. Prendan fuego a mi penacho, mis plumas. Por si acaso, sirva de propulsión, de combustible, en un cohete para todas.

¡Últimas, últimas de ascenso en espiral! ¡A bordo!, tomen la nave y escapen. Las últimas.

Billones App

 

Descarga ya

Billones App

para ganar

una estrella.

 

Hay billones

disponibles.

 

Consigue aquí

la fortuna

del espacio.

 

Practica con

Billones App

un anticipo

de tu estado

post mortem.

 

Elige aquí

con prelación

la luz que no

soportes, la

más brillante.

 

Para ganar

hay que morir

antes del día.

 

Descarga ya

Billones App.

 

Cámara de comercio

 

Solidario como los esqueletos

que crecen tanto como los expedientes

Oliverio Girondo

El trámite es sencillo.

Primero:

asegúrese de nacer.

Déjese caer sobre la Tierra, tranquilo.

Lo recibirá un notario.

Segundo:

registre su huella.

Es en serio:

registre su huella.

Tercero:

guarde todos los papeles celosamente.

Mantenga junto a usted

su certificado de nacido vivo.

La autoridad lo solicitará.

Insista en otros documentos:

diplomas varios, credenciales, licencias.

Numere los folios.

No tenga cuarto.

Quinto:

firme todo.

Sexto:

pague en la taquilla

el valor correspondiente.

Séptimo:

entréguese legajado.

 

 

 

Compraventa

 

Ellos tenían siempre la cosecha más roja

Marosa di Giorgio

Célebres las madres que entregaron

vistosos pececitos de oro a cambio

de ramas para sostener pichones.

Los pececitos remontaron el tiempo

y se mezclaron con otros tesoros

en las estanterías de la usura.

Las madres por fin se desprendieron de

lo que las comprimía en el dolor

y fueron declaradas patrimonio.

Los pichones desarrollaron un reino

que no exige vida crediticia

para moverse libre bajo el sol

bottom of page