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Revista Fuerza de la Palabra
Crónica

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Guirnalda floral 3

Octavio Morales Alvarado, Bogotá, 1932 

Bogotá, 1932. Bachiller del Colegio Nacional de San Bartolomé, presenció desde su torre los hechos luctuosos del 9 de abril de 1948, es decir “El Bogotazo”. Ingeniero Civil de la Universidad Nacional y Máster en Relaciones Industriales de la Universidad de Cornell. Se desempeñó durante muchos años como Profesor universitario en Colombia y Japón. Firma sus escritos como Matías el Caminante, pues ha viajado por todo el mundo y ha vivido en diferentes países. Actualmente practica el deporte, la lectura y el estudio de idiomas extranjeros.

Mi Pequeña Biblioteca Rusa

Que no nos llegue el diluvio universal sin un libro debajo del brazo.

Y si fuéramos a leer los 20 libros más importantes de la literatura Rusa antes de morir,

¿Cuáles escogeríamos?

Empecemos por el más amado de los escritores: Alexander Pushkin, el fundador de la literatura Rusa moderna, el romántico poeta y dramaturgo nacido en Moscú en 1799, que falleció a los 38 años a raíz de un duelo relacionado con alguno de sus muchos líos de faldas. Me llevaría su drama Boris Godunov, que escribió cuando estaba exilado en el sur del país por sus ideas conflictivas, junto con su novela en verso Eugenio Oneguin que ya leí y que volveré a leer con mucho gusto. Al pie de su monumento, en pleno centro de Moscú, me encontré hoy con mi guía SERVAS Valentina Bauman, quien me ha hecho una extraordinaria gira cultural por el barrio del Estanque del Patriarca, antigua zona pantanosa donde se criaban cabras.

El más importante poeta después de Pushkin fue su amigo Mijail Lermontov, el romántico soldado y pintor, censurado por sus versos eróticos y conocido en Occidente por su novela Un Héroe de Nuestro Tiempo

Pushkin tuvo influencia sobre todos los escritores que le sucedieron y fue contemporáneo de Griboedov (cuyo nombre que quiere decir "el que come champiñones"), autor de una obra maestra de teatro titulada Gorie ot Uma (que se puede traducir como "la desgracia de ser inteligente"), una sátira social que nuestra amiga Alex mantiene a la cabecera de su cama.  Muchos proverbios de uso diario, que muestran una aguda sabiduría popular, provienen de este libro. 

En realidad, eran tres los pequeños lagos o estanques que el Patriarca Germogen hizo excavar en el barrio por donde me paseo con Valentina, mientras ella me sigue contando anécdotas e historias. Los anticlericales soviéticos le cambiaron el nombre, pero el Patriarca pasó a la historia por su valeroso rechazo a los Polacos que invadían su país y pretendían que bendijera a su líder como "Zar de Rusia".

Mientras nos tomamos un café en el vecino McDonalds, el primero que existió en Moscú, mi anfitriona me cuenta que las colas que se formaron el día de su inauguración en 1990 llegaban hasta el Kremlin, es decir, a un kilómetro de distancia. La hamburguesa, entonces, tenía el sabor de libertad y de apertura hacia Occidente, aunque hoy signifique consumismo, comida chatarra y mercantilismo norteamericano. 

Una de las primeras edificaciones que me muestra es la vetusta casona de madera que se salvó del incendio cuando Napoleón invadió la ciudad con su poderoso ejército en 1812. Luego, caminando a lo largo del Estanque del Patriarca, por una fresca alameda, dialogo animadamente con mi Day Host, como también lo hicieron en este mismo sitio Dios, el Diablo y el Poeta, personajes de El Maestro y Margarita de Mijail Bulgakov (escritor nacido en Kiev en 1891), censurado por sus críticas a la política soviética y al mismo tiempo protegido por Stalin. Bulgakov vivió en este barrio varios años, sin poder ver a su familia exilada en el extranjero. 

Más adelante nos encontramos con la memoria de Marina Tsvetaeva, una de cuyas poesías, recitada por Valentina en un Ruso dulce y cadencioso, comienza así:

“Alguno de mis antecesores tal vez fue violinista”-y continúa- “o tal vez no…o fue carnicero, o fue trabajador, o fue poeta… quizá como yo también lo soy” 

Su hija Irina murió de hambre en un orfanato a donde la llevó, tratando de salvarla de la hambruna que siguió a la Revolución de Octubre. Marina estuvo exiliada en Europa desde 1922 hasta 1937 por sus ideales anti-bolcheviques.  Finalmente se suicidó en 1941 después de que su esposo y su otra hija fueran condenados por espionaje. Para que nadie los olvide, en cada esquina y en cada parque de la ciudad se encuentran imponentes estatuas de los autores que menciono en esta crónica.  

El barrio entero es una muestra encantadora de la arquitectura anterior a la I Guerra Mundial. Si esta no hubiera estallado, quizá el Art Deco (¿o Nouveau?) se hubiera seguido desarrollando y tendríamos en el mundo un paisaje urbano radicalmente diferente: Iban por un camino apasionante los diseñadores de principios del siglo XX que utilizaban la línea curva, las formas de las hojas y la inspiración de la naturaleza para entretejerlos en escaleras, arcos, muebles y fachadas.

 

La casa donde vivió Máximo Gorky los últimos cinco años de su vida, entre 1931 y 1936, “disfrutando de la amistad” de Stalin y de escritores y artistas comprometidos con la Revolución, es una hermosa muestra de este tipo de arquitectura. El autor de la famosa novela La Madre, que describe a esa valerosa mujer que arriesga su vida para apoyar a su hijo revolucionario introduciendo a la fábrica propaganda anti-zarista oculta bajo su ropa, se ganó la aprobación del Régimen socialista y recibió entre otras cosas esta casa como premio, a pesar de que posteriormente se decepcionó de las prácticas del Partido. En contraste, no muy lejos se encuentra un edificio adornado con columnas y coronado por leones, que fue construido por orden de Stalin para residencia de héroes de la guerra. Una estatua del poeta Blok nos permite hablar de la Edad de Plata de la poesía Rusa, en la que figura junto con Mayakovski, Marina Tsvetaeva, Anna Akhmatova y Gumiliov, los cuales tendré que explorar en el futuro.

 

Proseguimos, por ahora, nuestra excursión por el barrio donde el arquitecto Shejtel, amigo de Chejov y del pintor Levitan, dió rienda suelta a su diseño audaz y creó obras de arquitectura neogótica armoniosas y elegantes. En un hermoso palacio que recuerda a los de Windsor, vivió Morosov, un rico y generoso mecenas cuya amante, la actriz Andreieva, era también amante de Gorky, a cuyas manos iban a parar las grandes sumas de dinero que la artista recibía del primero. Morosov fue, pues, un aristócrata que contribuyó así a la “causa” socialista y terminó suicidándose, desengañado del amor y del futuro de su patria.

A la vuelta de la esquina está la casa donde vivió Beria, el sanguinario director de la KGB, colaborador y sucesor de Stalin, cuyo “fantasma” llega por las noches en un vehículo que nadie ve, pero que todos los vecinos escuchan. Y por ahí también está la estatua de Krylov, un famoso escritor que tradujo y adaptó al Ruso las fábulas de Esopo y La Fontaine, enriqueciendo así el fantástico folclor y las sabias enseñanzas de la literatura infantil Rusa. 

Valentina me deja en la Casa Museo de Anton Chejov, el médico de origen humilde nacido en 1860, autor de encantadores cuentos cortos como La Dama del Perrito, y de obras de teatro como La Gaviota (cuyo estreno fue un fracaso porque inicialmente los actores no supieron interpretar la profundidad psicológica de sus personajes), El Tío Vania, Las Tres Hermanas y El Jardín de los Cerezos. Chejov murió de tuberculosis en la Alemania de 1904 y escribió siempre con cierta ironía, sin tomar en serio sus obras, que consideraba ligeras, pues parece que soñaba con producir alguna monumental obra maestra. Alguna vez escribió: “La Medicina es mi esposa legal, la Literatura es solo mi amante”.

Hablando de obras monumentales, para el día del Diluvio hay que llevar La Guerra y la paz y Ana Karenina, del conde Leon Tolstoy, consideradas por algunos como las dos mejores novelas que se hayan escrito. Tolstoy nació en Yasnaya Polyana, una extensa propiedad de la familia que voy a visitar la semana próxima en la región de Tula. Nació en el año 1828 y se casó con la hija de un médico de la Corte, con quien tuvo 13 hijos, aunque el final de su vida matrimonial fue verdaderamente infeliz. Sus democráticas ideas acerca de la educación de los siervos lo llevaron a la creación de escuelas populares y le acarrearon problemas con la policía zarista, así como su crisis religiosa y “despertar espiritual” lo llevaron a abandonar familia y propiedades, para morir de neumonía en 1910 en una estación del tren. Su novela corta Sonata de Kreuzer es una pieza clásica que me encanta, pues analiza el matrimonio y sus “inconvenientes” con profunda agudeza.

Fiodor Dostoievsky es probablemente el más conocido escritor ruso en Occidente, gracias a la impresionante dimensión psicológica de sus personajes y al análisis de la vida en Rusia durante el siglo XIX. Hijo de un médico estricto que trabajaba en medio de locos, pobres y abandonados pacientes, pasó su niñez en Moscú, estudió en la Academia Militar de San Petersburgo, estuvo seis años en una terrible prisión por sus ideas liberales, fue seriamente afectado por la muerte de su esposa y de su hermano y llevó una vida de deudas y de juego. Todas estas experiencias fueron base de su inspiración para escribir Los Hermanos Karamazov, que trata el tema del parricidio, Crimen y Castigo, que describe angustiados personajes en una forma precursora del existencialismo, El Jugador, que cuenta sus experiencias personales en un casino alemán y El Idiota, que narra episodios de su propia epilepsia, enfermedad por la cual murió en San Petersburgo en 1881, a la edad de 60 años, sin haberse podido encontrar nunca con su admirado colega Leon Tolstoy.  

En una excursión anterior ya nos habíamos encontrado con el ucraniano Nikolai Gogol (1809 – 1852), así que tomemos de él, tan solo sus novelas: Almas Muertas y Taras Bulba, junto con sus cuentos cortos medio surrealistas La Nariz y El Abrigo. Dicen que Gogol quemó la segunda parte de Almas Muertas debido a las observaciones que le formuló su amigo Pushkin. De paso nos llevamos El Don Apacible, de su vecino de estatua Mijail Sholojov (1905 – 1984), prominente miembro del Partido Comunista y ganador del Premio Nobel de Literatura en 1965.

Ivan Sergeyevich Turgenev, nacido en Oryol en 1818, es un novelista y dramaturgo, cuya colección de cuentos cortos titulada en inglés A Sportsman's Sketches, y su novela Padres e Hijos son piezas maestras del realismo Ruso que deseo conocer. Educado en Europa y enemigo de la servidumbre, nunca se casó, pero tuvo una célebre amante francesa. Sus relaciones con Dostoievsky y Tolstoy fueron conflictivas y murió cerca de París en 1883.

Boris Pasternak nació en Moscú en 1890, en una familia culta y amiga de Tolstoy. Aunque en Rusia tiene mucha popularidad su antología My Sister Life, en Occidente es más conocido gracias a su Doctor Zhivago, una novela publicada en 1957 que transcurre durante los últimos días de la familia Romanov y los primeros años de la Revolución, prohibida en la Unión soviética, promovida por los USA y por la cual recibió el Premio Nobel.

Cierro mi pequeña Biblioteca Rusa con Alexander Solzhenitsyn y sus obras sobre la represión, el destierro y las cárceles soviéticas, Archipiélago Gulag y Un día en la Vida de Ivan Denisovich, que leí hace mucho tiempo. Este autor nació en Kislovodsk en 1918, murió en Moscú hace apenas tres años y recibió el premio Nobel de Literatura en 1970. Aunque sirvió en el ejército hasta poco antes de la ofensiva final que terminó en Berlín, fue condenado a trabajos forzados por sus opiniones antiestalinistas, estuvo preso en los calabozos de la Lublyanka (frente a los cuales pasé anoche) y conoció de cerca los campos de concentración que describe en sus obras, que le costaron persecución y eternos sinsabores. Miles de moscovitas acudieron a rendirle un último homenaje y hasta sus más fuertes detractores respetan sus valerosas denuncias, su análisis de la realidad Rusa y su amor a la verdad.

Moscú, Agosto de 2011

Memorias de Rusia

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