REVISTA FUERZA DE LA PALABRA POESÍA
Pedro Licona, Choco, 1948
Poeta, novelista y cuentista. Licenciado en Filología y Topógrafo. Ha publicado: Lámparas de mi Tierra (cuentos), 1983; Campeón de Sueños (cuentos), 1984; Viaje a pie al Akasha (poemas), 1991; Crónica poética del Huila (compilación), 1998; Receta para llamar el amor (poemas), 2006 y 45 (novela), 2007; Paisaje de Memoria – Antioquia (poemas); El Toque del Tiempo (poemas), 2009; Sambapalo (novela), 2011; Cuarto Creciente (antología poética), 2010; Tiempo de Gracia (novela), 2014; Ilusión (poemas), 2017.
Fundador y director de Organización Casa de Poesía y Revista Espiral. Coordinador de la Biblioteca Departamental Olegario Rivera. Editor de la página de Literatura del Diario La Nación (1995 – 2000).
En diciembre de 1993 obtuvo el reconocimiento de Niranjai Desai, Director de Asuntos Culturales de la India.
Hace parte de las antologías: Quién es quién en la poesía Colombiana, 1995; Poetas de fin de Siglo, 1999; 50 Poetas Colombianos, 2010; Puentes de Agua, 2017. Blog Poetas Colombianos, 2017; Antología Mundial de Poetas Siglo XXI, de Fernando Sabido, 2017. Incluido en el Estudio de Poetas Afrocolombianos, Universidad de Pensilvania 2010.
Participante en Encuentros Mundiales de Poesía de Santiago de Cuba, 1995 y 1996.
Invitado al 28th. Festival Internacional de Poesía de Medellín, 2018.
Embajador Internacional de Paz y Derechos Humanos.- WLFPH, 21 de enero 2021
Alguien sutura al hombre de los ojos despiertos
Alguien sutura al hombre de los ojos despiertos
Ahora que se sacuden los vapores
de este sueño donde la humanidad dice ser invencible.
Un trozo de alguien dice haber vivido mil veces, sin morir,
Y regresa mil veces desde la frontera del mundo,
hasta llegar a la locura.
El universo sigue en crisis.
La bacteria, el virus, traspasa leyes y ejecuciones
Donde los gobiernos rondan, giran,
a la víspera de lejanos razonamientos
Que se empujan a velocidades de relámpago
Por las ondas de la TV y la Internet.
Por ejemplo, he vuelto al estado Guerrero,
A la ciudad de Acapulco, por más señas;
Me embaraza la necedad entre la ola y la orilla
Transmutando sus fluidos
cuando el aire, el escalpelo roza mi piel
Se hunde lentamente por la delgadez de los poros
Y nadie detiene el aliento de los pájaros que desean hurgar en mi vientre
En busca de alguna criatura color rosa
Perdida entre quien ve, alimenta latidos
Y vigila los pesados, rígidos besos de la muerte
Para alegar la existencia del bienestar en la llamada crisis,
Mientras el mundo se desliza velozmente,
sin piedad, de sobresalto en sobresalto,
Y se levanta por el centro de las nubes de cada cien años.
Insisto: Alguien sutura al hombre de los ojos despiertos
Quien presiente suaves roces de algodón en todo el cuerpo
Y deja delgados rastros de fe, dolores,
girando entre la desorientación de los sentidos.
Frente al mar de México
La noche de México es más larga y roja que la del Caribe, en Cuba,
Tiene la cabeza llena de arreboles como la de los viejos Mayas
Porque el sol gira desde la mañana hasta la llegada de los vientos,
Espantando caminos,
Recogiendo el miedo de los viandantes.
Como es de noche, llegan los sueños de felicidad
Enredándose entre los reflejos del espejo
Hasta la hora del brindis de paganos y bohemios
Encantados por las circunvoluciones de su sombra.
Los pasadizos de mi memoria lo han adivinado
Mantienen limpios los vidrios que permiten adivinar la suerte de vivos y muertos
Reseñados en los catálogos de los libros escritos en mi tierra
Por serios herejes, creyentes de las sentencias esquivas entre el bien y el mal.
Por eso las noches en el Caribe, en Cuba, son distintas a las de México,
Blancos nubarrones impiden su forma de zarza en los caminos
Mientras se mantienen encendidas las luces del pensamiento.
Allí arriba, ciudades dedicadas a la guerra
No apoyes los pies en tierra firme,
Si la muerte pide caricias al fuego.
Es fácil distinguir los humores de la vida entre los ojos
Cuando la incertidumbre abre sus alas, sin avisarle al poeta
Y los ruidos se diluyen al colocar el oído en las paredes.
Hemos sobrevivido entre el follaje del desastre
construyendo rascacielos,
capturando rayos de felicidad,
Que pasan y se alejan,
encerrados entre el rastro pícaro de un misterio conocido
Y los bordes de esta luna analfabeta.
Adentro
Sin menospreciar a los amigos cirujanos
Adentro de nosotros no hay misterios
Además del golpeteo del corazón, los pulmones, el intestino, otros órganos
Y un montón de inmundicias
Que a nuestra vanidad siempre sonrojarán.
Continúo encantado del fulgor en tus ojos
Del delirio del sabio, el científico, el poeta
Quienes acordonan la realidad en simples enunciados
Que el sentido común golpea y menosprecia.
Por eso regreso una y otra vez a rodear caminos
A contar pétalos de rosas, amapolas, geranios, girasoles
Secuencia inútil como la de mis pasos desordenados
Que un día cruzarán ante la cara de esta luna recortada que nos mira.
Estamos en la Menguante y los ruiseñores cantan,
Persiguiendo mi olor.
Ignorado como el aire
Certero, sencillo como el aire,
Prefiero las andanzas en el territorio del arte
Las provocaciones al árbol, a la flor, al camino
Sin alterar el ritmo torrentoso de los ríos en luna nueva.
Sonriente y emotivo guardo el secreto de las aves
Que inundan con su canto mis sueños
el comedor, la cocina, la alcoba
Hasta marcharse alegres con sus mensajes anónimos
Como si anunciaran otro nacimiento.
Son visitas posibles,
Donde el compromiso se disuelve
en la simplicidad de la existencia.
Tu sonrisa fue falsificada desde la alborada
Nunca le mentiste al niño que salió de tu vientre:
Le enseñaste a recoger auroras perdidas en el paso de los años
A corretear luces heredadas de otros crepúsculos
A resbalarse en los terrenos de la apariencia
A bajar la cabeza ante el gamonal que arroja la piedra sobre tu espalda
A desechar los recuerdos de los malos tiempos.
La noche y el día deberían hacer las paces
Para evitar el horror en los viajes
La fatiga y el lamento en tantas creencias localizadas en el cuerpo.
Ayúdame a estirar hasta los cielos
Hasta agarrar con mis dedos el corazón del dios prometido
Quien cumple las sentencias anidadas en el alma
Antes que se acaben los conteos donde la liebre se esconde
En casa del prójimo
Sin ahogarse en los vientos de la ira que nos miran desde la ventana.
Sin el viento largo, seco
Libre, afuera de la sala de urgencias,
Quieres saber de los gritos en la soledad del Malecón?
Hoy regresaron como hace muchos años
En la mente del iluso, del viejo artista.
Yo sé también de dibujos que se roban la luz,
De marionetas que presumen el control de la existencia
De colores ajenos a la paleta del pintor.
Sé también de climas, pesos, formas, conceptos
Ahora que un viento largo insiste en atropellar al peregrino de la otra acera
Mientras el ministro, el designado, cuenta billetes, monedas
Y justifica tal y cual condición en las personas
Aunque los puntos gruesos de su conocimiento sigan incompletos
como el color del verano que castiga la floresta:
castiga el orden de la mesa, la paleta, los colores,
repletos de miedo al ojo del buen observador,
hastiado de la crítica, lo efímero de la luz.
¿Quién habló de alabar el doblez de tu falda?
Sería bueno detener una caída en medio de la batalla
Donde se canta la oda a la decrepitud
Que se deleita en medio de una conversación larga
sobre el doblez de tu falda?
Estamos soñando
Estamos libre del virus, las caricias de la muerte.
Sería bueno gozar de continuos períodos de descanso
Mientras el trabajo descarga sus relojes
Y el mundo se inmoviliza para verte pasar.
Sería bueno no perturbar más al angustiado,
Darle de beber ligeras cuotas de felicidad
Antes que llegue el olor de la lluvia.
El día está por nacer,
Quiere pasear sus ojos por el camino
y saca de la imaginación la idea de un desfiladero, una crisis
donde se cruza cualquier mala intención.
Poemas Tomados del libro "Esta Luna Recortada que nos Mira", 2021