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RESEÑA

REVISTA FUERZA DE LA PALABRA

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Sara Jiménez Caballero, Girardot 1948.

Se formó como trabajadora Social en la Universidad Externado de Colombia y trabajó como Administradora de Personal en diversas empresas industriales. Desde niña se interesó por el arte y la literatura. Tiene numerosos escritos breves, todos inéditos y sigue escribiendo a diario. Ha formado parte de diversos talleres y grupos de lectura pues ésta es  la mayor de sus aficiones. Entre sus autores favoritos está Sandor Marai, Julio Cortázar, Gabriel García Marquez, José Saramago, Juan Rulfo, Laura Restrepo  y Mario Vargas Llosa. Admira especialmente a Tomás González y Piedad Bonnet a quienes conoce personalmente. Ha viajado extensamente por Chile, Canadá y Estados Unidos. Vive en apacible y activo retiro en el Municipio de Chía.

Cortázar y "Casa Tomada"

En 1946, cuando Julio Cortázar tenía 32 años  tomó la decisión más importante de su vida. Se acercó muerto del susto a la redacción del periódico “Anales de Buenos Aires” con la esperanza de que el cuento que llevaba bajo el brazo, fuera bien recibido.

Cuál no sería su asombro, cuando al entrar a la oficina del director, se encontró nada menos que frente al gran escritor Jorge Luis Borges quien le dijo fríamente . – “Deja el manuscrito, yo te llamaré”. Esa misma semana Borges lo llamó. El cuento era Casa Tomada, obra que le abrió las puertas y cuya publicación lo animó a seguir escribiendo.

Empecé a leer a Cortázar cuando terminaba mi bachillerato en Girardot a mediados de los años setenta. Mi profesor de español me motivó para continuar leyendo su obra.

Recuerdo haber leído muchas veces Casa Tomada en diferentes etapas de mi vida. Puedo decir que lo he disfrutado, unas veces en forma textual, otras, poéticamente, pero nunca tratando de interpretar su metodología, ni su intención.

 Lo he leído  con el misterio y el suspenso de cada frase. Imaginando corredores, zaguanes, canceles, pasillos y más pasillos, de una casona argentina por allá en los años cuarenta,  de esa  ciudad porteña con aires de tango y de milonga. Lo he leído viendo tejer a una Irene amable y generosa, que con cada puntada de cadeneta pensaba en sus amores idos y jamás realizados. Viendo a su hermano, para mí un Julio joven y hermoso, alto, muy alto, generoso también, lector y querendón.

Me ha asombrado el misterioso y extraño ruido, los susurros fantasmales cuando la casa empieza a ser tomada, a cerrarse a los ojos del par de hermanos.

Imaginé la casa con alma, con vida propia, donde crecen las familias numerosas como la mía, con abuelos, padres que construyen y hacen historia.

Nunca pensé que fueran prisioneros de ellos mismos. Jamás se me ocurrió que existiera un amor prohibido entre hermanos. Tampoco una Argentina golpeada políticamente.

No traté de entender al Cortázar escribiendo un por qué y  un para qué. Sólo disfrutaba esos interludios de sentimientos afinados muchas veces. Pero ahora en éste 2020, año raro, muy raro y jamás pensado, lo releo en forma diferente.

La adversidad, el desasosiego y la incertidumbre que estamos viviendo se convierten en una pesadilla, así como el sueño que Cortázar tuvo y que lo inspiró   a escribir éste cuento.

¿Cómo lo he leído?

 Esa casa, la de los recuerdos de Cortázar, espaciosa y antigua, es nuestra vida cotidiana, nuestra realidad con todas las rutinas, alegrías y desengaños.  Y de la noche a la mañana se convierte en una casa fantasmal con enemigos invisibles que la acechan. Con asesinos sin imagen que la consumen. Monstruos que han cambiado  nuestra vida, nuestra rutina, nuestro amor y felicidad.

La vida ha sido tomada por un más allá que no entendemos, y no sabemos si algún día volvamos a ser como antes. El futuro es incierto, el mañana diferente.

Cortázar fue uno de los precursores del realismo mágico. Mezclando realidad y fantasía en forma sencilla y natural,  rompe toda lógica entre espacio y tiempo. Rompe con los moldes clásicos. Crea una línea nueva entre lo real y lo fantástico; lo verosímil y lo inverosímil. Pone el cielo y el infierno juntos pero a la vez separados. Es la quimera, querer conseguir un ideal y lograrlo.

 Escuchar Casa Tomada  en la voz del propio autor fue una delicia. Sentí que estábamos  él y yo, uno frente a otro. El relatándome todos los detalles, yo, absorta, escuchando sus dejes gauchos mezclados con sus erres afrancesadas a la luz de una lámpara a punto de apagarse.

¿Qué habría escrito Cortázar si le hubiera tocado vivir esta pandemia? 

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